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«SIEMPRE TIRANDO PARA LA TIERRA, PARA EL POBRE»

El Tambero Jorge Zabalza en el barrio

-Por Leonardo Flamia-

El Barrio Santa Catalina fue creciendo mediante diferentes oleadas de ocupaciones de tierras y asentamientos que se sucedieron a inicios de los años ochenta y mediados de los noventa del siglo XX primero, y luego en el contexto de la crisis del 2002. En el 2020 una nueva oleada de ocupaciones al norte amplió el barrio con los nuevos asentamientos denominados Nuevo Comienzo y San Miguel.

Miguel, vecino y referente de una de las ollas populares gestadas en las nuevas ocupaciones, vive en la zona desde la “prehistoria” de este oleaje de apropiaciones de tierra. Según nos cuenta llegó a Santa Catalina en el año 79, cuando “no había nada, era un terreno pelado”. Con los años y las ocupaciones el barrio se fue organizando, uno de los primeros recuerdos que tiene es el de la fundación del club de fútbol en el año 81, que jugó su primer partido “un 1° mayo, contra el Bajo Valencia”.

Como se sabe, los tupamaros al salir de la cárcel pensaron en la recuperación de la tierra como uno de sus ejes de militancia. Tierra para trabajar y tierra para vivir. En principio se pensaba en los territorios como una ampliación de la base social que implicaban las fábricas y los lugares de trabajo. Es así que en esta zona del oeste montevideano se empezaron a instalar militantes de la izquierda revolucionaria, y confluyeron con vecinos y vecinas que peleaban por su pedazo de tierra. Miguel añade: “Al tambero lo empecé a conocer en los ochenta, parábamos en la cantina del Pocho Ríos (veterano jubilado de los frigoríficos, afín al MLN y la FAU), ahí lo empecé a conocer a él, y ahí conocí su lucha. Vinieron cañeros de Artigas a vivir, y después se instaló él”.

Según recuerda Miguel, Zabalza estaba “siempre en la lucha, siempre tirando para la tierra, para el pobre». «Y le dijo la verdad a todo el mundo en la cara. Uno sabe que es así la cosa, que muchos entraron en un partido con un principio y después con el tiempo se fueron dando vuelta. Y el flaco no, él siguió en la misma línea. Mirá que en esa época lo conocí a él como al finado Huidobro, porque todos paraban acá, el Pepe, todos iban a la cantina. Rosadilla, era panadero, tomaba a la par con nosotros”.

La diferencia, quizá, se pueda ejemplificar con el lugar en el que estaban en el 2020 unos y otros. Cuenta Adrián, otro de los referentes de las ocupaciones del Nuevo Comienzo, que Zabalza “se acercó a ayudar, se mostró como un amigo. Estaba para cualquier cosa que necesitáramos, daba una mano solidariamente y lo demostraba, no era solo que hablaba. En el tiempo que estuvo la luchó. Y estuvo hasta el último momento”.

En esa misma línea agrega Miguel: “El tambero vino acá (a la olla que funciona en San Miguel) hasta que se murió. Parecía que tenía que pasar por acá para irse. Para mí era mi amigo. Y era siempre un luchador, nunca se olvidó de nadie, siempre estaba por el barrio. Y fue una persona con principios, que nunca los dejó al costado. No como otros”.