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Enfrentar la reforma educativa, ¿por qué y cómo?*

-Por Danae Sarthou-

Desde el comienzo, el título da por resuelta una cuestión que en realidad debe ser puesta a consideración, la necesidad de enfrentar la “Transformación Educativa” anunciada como imprescindible.

Si, como maestra y profesora de formación docente, militante sindical de la educación, e integrante de las Asambleas Técnico Docentes lo hubiera podido resolver junto a otros, quizás hoy no estaríamos haciéndonos estas preguntas y podríamos avanzar en propuestas alternativas. Sin embargo, acepto el desafío de plantearlo como problema, especialmente por la responsabilidad histórica, respecto a las generaciones que nos siguen, tanto de alumnos como de docentes. Quizás el único mérito que me pueda adjudicar, junto a algunos de las generaciones que dimos nuestras batallas a la salida de la dictadura,  es el de la constancia. Intentar la lucha durante más de 40 años, no abandonarla a pesar de los escasos logros, cuando se cierran unos caminos, intentar otros, seguir buscando. Si algo nos queda claro, es que los cambios profundos no están a la vuelta de la esquina, pero son tan necesarios como cuando lo creíamos o lo creían otras generaciones.

La voluntad de asumir la responsabilidad generacional hacia las actuales y futuras generaciones me llevó a intentar responder a varias preguntas:

 ¿Por qué enfrentar las reformas y no abandonar la lucha? Porque cuánto más estudio el presente y hacia dónde se dirige, más creo en la necesidad de transformaciones profundas de la sociedad capitalista. Porque estoy convencida de que el capitalismo nunca se acercará ni siquiera a la justicia social, porque es contraria a su lógica. Más allá de los discursos, lo que se pretende en esta etapa, es que la educación cumpla un rol activo en la lógica de acumulación.

¿Qué enfrentar? Sin duda, y aún, habiendo dedicado toda mi vida a la temática educativa, no se puede tomar aisladamente. La educación es una práctica social, históricamente situada, y por eso para educar o para enfrentar una política educativa, tenemos que entender la sociedad en la que se inscribe y entender también cómo se inscribe la educación en esa sociedad, qué papel cumple o se pretende que cumpla. Para eso necesitamos estudiar mucho y en forma rigurosa y permanente. Porque la sociedad capitalista muta, cambia y eso nos hace estar pendientes de esas mutaciones. También cambian las formas en que se ejerce el poder, que no está solo en la superestructura como ya lo analizó Foucault y que no es solo disciplinario. Es un poder inteligente, sutil, amable, que nos hace creer que somos libres mientras se ejerce, que nos hace dependientes de nuestros propios deseos que conoce y estimula. Como dice Byung Chul Han (2014), es un psicopoder que nos seduce.

¿Cómo enfrentar las reformas educativas situadas en esta sociedad? Lo primero es aceptar que no hay una única forma de luchar contra el sistema. La creencia en la existencia de una única forma correcta, que casualmente es la nuestra, y que los demás se equivocan, ha provocado y continúa provocando una fragmentación infinita de las acotadas fuerzas de las que disponemos quienes aún pensamos que debe sostenerse un trabajo anti sistémico.  Podríamos sin embargo identificar, dos vertientes, complementarias de esta lucha: las resistencias y las actividades alternativas. Las primeras suponen formas de rechazo y negación a la lógica del sistema. Para que sean eficaces debemos ser muchos y para ello tenemos un primer desafío que es convencer a otros, sacar a luz, correr el velo que naturaliza la sociedad capitalista como inevitable y evidenciar su carácter inhumano. Por otro lado, y como decíamos en forma complementaria podemos indagar el hacer antisistémico, con un sentido alternativo, en cualquier ámbito en el que nos movamos. Un hacer que estará inspirado en otra concepción del ser humano, que tienda a la libertad, la solidaridad y la justicia social. Conscientes de que no hay certezas de final feliz, que nuestro hacer puede ser reabsorbido por la sociedad actual, porque si bien no es fatal, llevamos el mundo adentro como lo sostiene Holloway (2011).

Por último, ¿con quiénes enfrentar las reformas? Toda lucha social transformadora, si aspira a producir algún efecto tiene necesidad de lo colectivo. Por eso una de las primeras tareas es conformar colectivos cada vez más amplios, no encerrarnos entre convencidos, por el contrario, abrirnos a quienes están lejos de comprender nuestras posturas y nuestras intenciones. Sin convencernos de esta necesidad,  podremos conformar guetos muy puros, pero sin capacidad de crecer para amplificar la lucha. En segundo lugar, creo que es necesario buscar espacios para debatir, con fuertes fundamentos, contra el enemigo cara a cara. Cuando hablo del enemigo, hablo de los responsables y defensores de las políticas educativas actuales afines a ponerlo al servicio de la injusta sociedad actual. Esto permite a más personas constatar que los argumentos de los sectores hegemónicos no son tan sólidos como pretenden. Para esto tenemos que estudiar profundamente su discurso y ser capaces de contra argumentar evidenciando los razonamientos falaces y engañosos, desde nuestra perspectiva.

En esta valoración de con quién dar la lucha, es necesario hacer espacio a lo intergeneracional. Para que esto se produzca y no se pierda experiencia acumulada, tienen que producirse dos cuestiones. Por un lado, que las viejas generaciones quieran pasar la posta, sin pensar que se las saben todas, con mucha humildad. Hay razones históricas objetivas para ser humildes y razones  biológicas para pasar la posta. Por el otro, los jóvenes deben evitar caer en la trampa del sistema que pretende hacer creer que todo lo pasado es descartable. Solo así habrá encuentro y avance de lo colectivo sin pérdidas de las experiencias históricas aunque no hayan triunfado.

Formando al nuevo proletariado global

Ahora sí, hablemos de educación y de la supuesta crisis y pretensión de reforma o transformación. En concordancia con lo planteado antes, sobre el carácter situado de la educación, es necesario caracterizar, aunque sea brevemente, dos aspectos de lo social: lo económico y lo político- Ideológico.

Desde lo económico, es necesario caracterizar, aunque sea brevemente, las mutaciones del capitalismo actual a las que hacíamos referencia antes. El capitalismo cognitivo, también llamado sociedad del conocimiento y la información, es aquel donde estos elementos ocupan un lugar central en la acumulación de capital, que produce además de productos materiales, bienes inmateriales, que al igual que los materiales, circulan como mercancías. Este capitalismo, a diferencia del capitalismo industrial, requiere un trabajador flexible, que adquiera competencias laborales evolutivas (cognitivas, emocionales y comunicacionales) que se adapten a las diferentes actividades que deba desarrollar en su vida laboral. Estas competencias deberán ser acordes a la remodelación de la división internacional del trabajo donde según Dyer- Whiteford (2004) pueden reconocerse tres segmentos: los obreros del conocimiento, un nuevo proletariado global y los “prosumidores”.

Los obreros del conocimiento realizan un trabajo intelectual, inmaterial, con amplio dominio de las nuevas tecnologías. Con pleno empleo, contratos a término, tiempos ultra flexibles, con mejores remuneraciones que el otro segmento. A cambio, se les exige involucramiento subjetivo con los objetivos de las empresas, capacidad de iniciativa, liderazgo, creatividad y trabajo en equipo para competir con equipos de otras empresas. Son, a pesar de las ventajas relativas, los más afectados por enfermedades psíquicas tales como estrés, burnout y depresión, por la hiper exigencia de productividad. (Dejours, 2009)

El nuevo proletariado global queda oculto en el discurso liberal y neoliberal celebratorio de la sociedad del conocimiento y la información. Sin embargo, está lejos de desaparecer. Se concentra en países periféricos por la deslocalización de la producción, o en actividades de baja calificación en todos los países. Son los trabajadores de la industria textil de la moda rápida, de los call center, de la fabricación del hardware y los microchips, de los servicios de seguridad, de cuidados, los repartidores de las plataformas. Su explotación no difiere demasiado de la acaecida en la primera revolución industrial, y además son amenazados de exclusión si reclaman sus derechos ya que las empresas pueden levantar sus instalaciones y relocalizarse donde las condiciones sean más favorables a la acumulación.

El último segmento es el más amplio y más difuso y carece de remuneración: los llamados “prosumidores”. En definitiva, son consumidores que, a través del consumo, realizan una actividad productiva no remunerada. Proporcionan a través de las redes, de su recorrido por internet, información sobre sus gustos, deseos y preferencias que va a aumentar el Big Data, incorporando los datos que una vez analizados y clasificados se venden a empresas y Estados permitiendo la predicción y manipulación del comportamiento humano, cada vez con mayor precisión. En definitiva, todos somos en mayor o menor medida prosumidores porque contribuimos a aumentar el Big Data, también llamado oro negro digital (Mattelart y Vitalis, 2015).

Más de 30 años de reforma

Desde lo político ideológico tomaremos la caracterización del contexto como neoliberal siguiendo a Marcelo Posca (2021) quien caracteriza al neoliberalismo como movimiento intelectual y político de difícil conceptualización, no bien delimitado ni unificado pero que como sistema de ideas comparte algunos conceptos básicos, a saber:

  1. Entiende al mercado como principio central que debe regir la sociedad y a la competencia como eje (no natural) que debe ser creada por el Estado, y por ello este último debe ser reconstruido para contribuir a esa finalidad.
  2. Cree en la superioridad moral y técnica de lo privado sobre lo público. Moral porque garantiza la libertad y técnica por la eficiencia.
  3. Considera la desigualdad como necesaria y hasta deseable porque dinamiza el sistema e impulsa a emprender.
  4. Promueve la diseminación de las formas del mercado en todo el cuerpo social, especialmente en los sujetos que deben considerarse como empresarios de sí mismos, como capital humano.

En estas dos claves de lo económico como capitalismo cognitivo y de lo ideológico como neoliberalismo, la educación ha pasado a ser en los últimos 30 años un campo de disputa. Desde los sectores hegemónicos, se presenta como imprescindible subordinarla a estas lógicas. Identificamos en esta batalla del neoliberalismo, por la educación en Uruguay, tres períodos donde podremos observar permanencias y cambios.

1.- Lo ubicamos entre 1990 y 2005. Este período está marcado por la aparición en la escena educativa nacional de los organismos internacionales de la economía (en esta etapa Comisión Económica Para América Latina, CEPAL y Banco Interamericano de Desarrollo, BID) financiando investigaciones de diagnóstico del sistema educativo en acuerdos con CODICEN y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Luego, estos organismos, en función de esos mismos diagnósticos comenzaron a financiar las reformas requeridas por la economía. Esto se produjo mediante préstamos que generaron endeudamiento externo, con contrapartida del presupuesto nacional. La educación desde esta perspectiva debe entenderse como inversión para mejorar la productividad y la competitividad. Para ello debe atender a las señales del mercado y la globalización de la economía. En esta etapa, se hace énfasis en la educación inicial, primaria y primer ciclo de media, supuestamente con estas medidas se lograría evitar la reproducción de la pobreza, al liberar a las madres para el mercado laboral. Con la misma intención se aplicaron medidas asistenciales focalizadas: entrega de bandejas, capas, botas, mochilas, etc. que a la postre, fueron ineficaces para producir los efectos anunciados. Comienzan también en este período los procesos de evaluación objetiva, externa y estandarizada de aprendizajes a través de la creación de un organismo paralelo al Ente Autónomo ANEP, la Unidad de Medición del Rendimiento Educativo (UMRE).

2.- El segundo período lo ubicaremos entre 2005 y 2015. A pesar del cambio de orientación del gobierno hacia el progresismo, en las políticas educativas hay una tendencia predominante a la continuidad de la de subordinación a la economía. Esto muestra algo que también resalta Posca, que es el carácter pragmático del neoliberalismo. Se adapta a los gobiernos de diferentes orientaciones ideológicas para perseguir sus fines. Se mantienen los proyectos financiados por préstamos internacionales, continúa la ampliación del tiempo de institucionalización de los más pobres a través de la estrategia de tiempo completo. Se profundiza el impulso a las nuevas tecnologías, a través del proyecto del Laboratorio Tecnológico de Massachusetts (MIT) One laptop per child, en Uruguay Plan Ceibal. Este énfasis es también parte de las exigencias de la economía. Este tampoco produjo lo anunciado como acortamiento de la brecha social y educativa entre los diferentes sectores sociales.

Como aspecto diferencial del período, puede consignarse el aumento de los espacios de participación: convocatoria al primer Congreso Nacional de Educación, consejeros electos en CODICEN y los Desconcentrados, planes y programas con participación de los involucrados. Sin embargo, también debemos decir que algunos de estos espacios ya fueron creados con escasas o nulas posibilidades de decisión. Cuando se respetó la orientación de las decisiones participativas, las políticas educativas se apartaron de las orientaciones neoliberales y economicistas. Es el ejemplo del Programa de Educación Inicial y Primaria y del Plan de Formación Docente, ambos del 2008, y también de las resoluciones del Congreso Nacional de Educación “Julio Castro” del 2006. Sin embargo, estas últimas no fueron tenidas en cuenta por el Ministerio de Educación y Cultura cuando redacta la Ley General de Educación Nº18437, que sí se orienta hacia los requerimientos de los organismos internacionales.

Otro aspecto que caracteriza al período, es el encubrimiento de las tendencias tecnocráticas, especialmente en el discurso con la intención de atenuar  lo más posible las formas de resistencia que se produjeron en el primer período.

3.- El tercer período va del 2015 hasta hoy. Atraviesa gobiernos de diferentes partidos. La aceleración de los cambios en la economía digital globalizada, exige con urgencia subordinación definitiva de la educación al mercado. Nuevas competencias y habilidades son exigidas a la educación: resolución de problemas prácticos, creatividad, trabajo en equipo, iniciativa, liderazgo, innovación, habilidades socioemocionales para formar obreros del conocimiento. El silencio sobre la existencia de otros segmentos del mercado laboral hace pensar  que si la educación los forma, y se esfuerzan lo suficiente, todos podrán ser obreros del conocimiento. Se omite que la educación no crea puestos de trabajo, que la robotización y la informatización  anulan más puestos de trabajos que los que crean y que la desocupación crece a nivel mundial.

 El elemento determinante para marcar el comienzo de este período en 2015 es la aparición de documentos de los organismos internacionales de crédito elaborados en forma especial para nuestro país. El del Banco Mundial, “Uruguay desafíos y oportunidades 2015-2020” y OCDE “Revisión de recursos educativos Uruguay” 2016, que hacen recomendaciones concretas a Uruguay y fijan plazos para cumplirlas.

La última administración del Frente Amplio intentó cumplirlas: anunció el cambio de ADN de la educación, escribió un Marco Curricular de Referencia Nacional, intentó aprobar nuevos planes de Formación Docente en base a competencias y habilidades y para hacer posible el avance de estas políticas decretó la esencialidad de la educación en 2015.

Profundizando la reforma

La coalición multicolor, a partir del 2020, con mayor convicción potenció y profundizó las tendencias economicistas y neoliberales con un elevado nivel de coherencia en todos sus documentos. Tomaremos como ejemplo algunos de estos documentos: el capítulo III de la Ley Nº19889 (LUC), el Plan de Desarrollo Educativo, incluido en la Ley Presupuestal, el Marco Curricular Nacional y los cambios en Formación en Educación, establecidos en varias resoluciones y decretos. Un análisis exhaustivo de cada uno, excede las posibilidades de este artículo, por lo tanto, intentaremos trazar grandes líneas de estos documentos e identificar los aspectos seductores y lo que queda al descubierto si se identifican y develan en su carácter seductor.

1.- En primer lugar, hablemos del diagnóstico y las soluciones. En lo que hace al diagnóstico, calcado en estilo y fuentes de lo realizado por los organismos internacionales en base a las pruebas estandarizadas, ocupa una extensión de 100 páginas en el Mensaje Presupuestal de CODICEN al parlamento. Esencialmente numérico, con abundantes estadísticas sobre acceso, egresos, cobertura, aprendizajes, etc. Cuando llega a las causas, no tienen ningún sustento teórico ni investigativo. La educación está en crisis, grave y perpetua, por lo tanto, es urgente transformarla. Se enseñan conocimientos inútiles, los alumnos se aburren, desertan, los perdemos, se drogan, delinquen y hay que invertir en seguridad, más cárceles y más encierro para los pobres. Solución: cambiar lo que se enseña, hacer un Marco Curricular Nacional (o común como lo llama el Banco Mundial) orientado por competencias “para la vida”, donde el “estudiante”, “sus intereses” y “sus aprendizajes” sean el eje. ¿Quién se opondría a eso? Son elementos seductores del discurso que también muta junto al capitalismo cognitivo. Pero en realidad, el estudiante debe transformarse en capital humano que el mercado reclama, los intereses que priman son los de las empresas, y es a los empresarios a quienes hay que consultarles cuales son las competencias que la economía digital exige. Habilidades cognitivas y socioemocionales como positividad, creatividad, liderazgo, resolución de problemas prácticos, pensamiento computacional para insertarse en un expulsivo, exigente y cambiante mercado laboral de la sociedad actual.

Las competencias pueden ser diferentes según el contexto y las necesidades de las empresas por eso es necesario “localizar el curriculum”. Recomiendo entrar en las páginas de la Fundación UPM,  la de la fundación Jóvenes Fuertes y en la de DESEM Jóvenes Emprendedores para constatar que tipo de habilidades  intentan formar las empresas, más allá del discurso seductor.

Las competencias que se publicitan, son las requeridas para los obreros del conocimiento, supuestamente si la educación las brinda y los niños y jóvenes las adquieren tendremos mejores empleos y como consecuencia una sociedad más justa. Porque para el gobierno, son los aprendizajes insuficientes los que impiden la construcción de una sociedad justa. Pero, como ya dijimos, la educación no genera empleo. Entonces, para los que no lleguen, tendremos los empleos descalificados del nuevo proletariado global. Allí las habilidades son otras, en ese caso les vendemos la “gratitud, como solvente de la queja, toque mágico de la abundancia” (video, semana de la gratitud, fundación UPM). En caso de que no compren gratitud, tenemos la seguridad de las cárceles.

2.- Para cambiar sin más demoras lo que hay que cambiar y salir de la crisis, en Uruguay, hay que cambiar el gobierno de la educación. Para eso hay que tomar algunas decisiones.

Centralizar las decisiones políticas en la educación no universitaria, atribuyéndole nuevas funciones al Ministerio, como por ejemplo elaborar las políticas educativas que histórica y constitucionalmente pertenecieron al Ente Autónomo (ANEP). Crear nuevos organismos bajo la dependencia del MEC. Centralizar también las decisiones en CODICEN, eliminando los Consejos Desconcentrados de Inicial y Primaria, Secundaria y Técnico Profesional. Restringir la participación de los directamente involucrados: disminuyendo la frecuencia del Congreso Nacional, eliminando los Consejeros electos de los desconcentrados, postergando el cogobierno en la UTEC. Satanizar y torcerle la mano a los sindicatos de docentes a quienes se hace responsables de todos los males de la educación por su accionar corporativo, su rechazo a las propuestas del gobierno y la ausencia de iniciativas.

Como contracara de la centralización política de las decisiones, se vende la “autonomía de centros” que despojada del término seductor de la autonomía, constituye una descentralización de la gestión por la cual los directores no deciden más que cómo ejecutar lo que las autoridades políticamente designadas deciden. Una estrategia fracasada en el mundo que ha provocado la fragmentación de los sistemas educativos y la polarización entre los centros (Nueva Zelanda, Chile, Gran Bretaña entre otros). Para poner en práctica este modelo contra el que venimos luchando desde hace décadas, en la LUC se prepara el terreno para la pérdida de derechos de los docentes y la formación gerencial de los Directores.

Por último, apenas algunos titulares de lo que está pasando y va a ocurrir en la formación de los docentes. La autocrítica de las reformas de los 90 declara estratégica la formación de docentes porque consideran que no haberlo entendido así, hace tres décadas, colaboró con el fracaso de las reformas. Aquí también están presentes los elementos seductores. Se presenta como la conquista de un reclamo de los docentes, el de tener reconocimiento universitario del título. Sin embargo, la exigencia de los docentes consistía en tener una formación universitaria, esto suponía la creación de una institución universitaria, con autonomía y cogobierno, con desarrollo de las tres funciones clásicas; enseñanza. Investigación y extensión. En su lugar la LUC, crea “un programa de mejora de la calidad de la profesión docente” en la órbita del MEC y este implementa un mecanismo de reconocimiento de las titulaciones de Formación en Educación de ANEP y otras instituciones públicas o privadas, si cumplen con los “criterios de calidad” establecidos por el Ministerio. Entre estos criterios se incluye un “currículum mínimo”, que lejos de mejorar la calidad de la Formación en Educación, la empobrece. Sin sociología ni historia de la educación, teoría del conocimiento, epistemología, ni filosofía de la educación, los docentes se formarán sin herramientas de análisis de la sociedad. Así serán meros técnicos que enseñen lo que les digan, sin preguntarse por los fines de su actividad. Lo que en realidad crean estas nuevas políticas de formación en educación es un mercado para el reconocimiento de títulos en que las instituciones competirán por alumnado y se producirá una mercantilización de las titulaciones de grado y posgrado.

A pesar del carácter monolítico y universal de estas políticas educativas neoliberales, Posca afirma que “La batalla por la educación es la más larga y reñida que el neoliberalismo ha dado en el mundo”

Me gusta pensar que en los últimos 30 años hemos contribuido de algún modo a hacerla más difícil a nivel nacional y que hoy es posible y necesario seguir resistiendo porque esta penetración mercantil, en todos los ámbitos de lo social en general y en la educación en particular, no es buena para la humanidad ni para el planeta que la alberga.

Referencias bibliográficas

Dejours, Christophe, 2009 Banalización de la injusticia social, Ed. Topía Bs As

Han, Byung Chul,2014, Psicopolítica Ed. Herder Digital

Holloway, John 2011 Agrietar el capitalismo

Matellart y Vitalis 2015 De Orwell al cibercontrol Ed Gedisa, Barcelona.

Moulier y Boutang y otros 2004 Capitalismo Cognitivo Traficantes de sueños Madrid

*Artículo realizado en base a la exposición efectuada por la autora para la charla debate “Enfrentar la reforma” organizada por la Revista La Senda el 14 de junio 2022