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EL HOMBRE DE LA ESTRELLA

Las enseñanzas del fracaso de la guerrilla en Bolivia y el Guevarismo

-Por Jan Schrella-

«De esa bravura tu sueño parió

Lo que aun sostiene mi aliento

La rabia nunca murió

Cuando mataron al perro

Dame de esa espuma, contagia valor

Que no haya tumba, ni nada que lo calla

Se oye como el viento y no se ve

Se mete adentro y da batalla

Como guía el cielo regaló

Una estrella para tu frente

Para que sin perder la ternura jamás

Aprendieras a endurecerte»

Gustavo “Chizzo” Nápoli

El ejemplo de vida y lucha revolucionaria de Ernesto “Che” Guevara es una estrella que no se apagó en Bolivia. A 55 años de su caída en combate en la Quebrada del Yuro y posterior ejecución en La Higuera, continúa brillando. Intentemos ahorrar un poco de tinta con las hazañas en la trayectoria de este “Quijote” contemporáneo politizado, pues como dijo Juan Carlos Onetti en su nota publicada cuando la muerte del Che: “El decir está tan gastado, que produce pudor reiterarlo, aunque su muerte, profetizamos, es inmortal”.

Específicamente nos centraremos en su última y definitiva aventura en las selvas de Bolivia, llevando a la práctica su plan continental concebido para la revolución socialista en el continente americano. Sin miedo decimos “aventura” y no deberíamos avergonzarnos de la palabra, quitándole el sentido peyorativo que suele dársele. El propio Guevara era consciente de que su impronta era la de un aventurero y se lo confiesa a sus padres en una carta: «Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo (…) Muchos me dirán aventurero, y lo soy, solo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. Puede ser que ésta sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un último abrazo…»

Esto fue escrito en marzo de 1965 y ofició como adelanto emocional de lo que  fue el posterior viaje del guerrillero a Bolivia, esa instancia definitiva donde fue asesinado, algo que estaba dentro de su propio “cálculo lógico de probabilidades”. La muerte del Che y el fracaso de la guerrilla en el país andino nos dejaron el sabor amargo de la derrota, pero al mismo tiempo el aprendizaje heredado de un proyecto político que, en sus aciertos y sus errores, puso sobre la mesa la posibilidad de un cambio total de la sociedad. Un fracaso que supo secar las lágrimas de una izquierda tradicional anquilosada en viejas recetas, que parecía ocupar solamente el lugar de críticos inactivos y no de agentes sociales del cambio.

El plan

La experiencia del Che Guevara en Bolivia nos brindó el ejemplo de aquel que propone la construcción de un proyecto político como alternativa a viejos dogmas y esquemas en los que se empantanaba la izquierda de la época. Una alternativa por la que vale la pena jugarse el pellejo, que emplea el marxismo para su análisis pero también conjuga diversas experiencias y autores que le permite pensar ese proyecto en función de la realidad material concreta, sin el peso de aquellos antiguos esquemas dogmáticos. Resulta revelador que su muerte encendió aún más la lucha en el continente americano, al menos durante un buen período de tiempo. “¡Qué iba a morirse el Che, cuando quedaba tanta tarea por hacer!”, gritaba Idea Vilariño en su célebre poema dedicado al guerrillero titulado Digo que no murió

Para visualizar mejor esta experiencia hay que encuadrarla concretamente en un proyecto político, al cual se le pueden hacer diversas críticas, pero que sin lugar a dudas puso sobre la mesa la cuestión de la toma del poder como una de las tareas principales del revolucionario. Sin embargo, el origen o la génesis de este proyecto lo podemos rastrear en el planteo político, filosófico y económico del Che que, en un difícil contexto de Guerra Fría, puso en consideración un enfoque marxista anclado en la problemática del poder.

Guevara releyó y profundizó en clásicos del marxismo, como el propio Carlos Marx, Lenin, Gramsci y Lucacks, así como en clásicos de la dialéctica como Hegel, para realizar una crítica importante (aunque muy cuidada, para no ser acusado de contrarrevolucionario) al marxismo más mecanicista y economicista que planteaba la revolución por etapas, las vías pacíficas al socialismo y las demandas puramente económicas. Este planteo era el predominante y hegemónico en su época, desprendido del “revisionismo estalinista” y difundido sobre todo por la Unión Soviética con la consolidación del DIAMAT (materialismo dialéctico) como ideología “oficial” del comunismo. 

Otras críticas que realizó Ernesto Guevara fueron dirigidas al marxismo academicista. Analizó que esa rama se alejó de los planteos de cambio social y tomó al marxismo como una simple interpretación más de la realidad, escogible dentro de muchas otras opciones y encerrada entre cuatro paredes.

En este contexto y en estas ideas se circunscribe la concepción del Che, que ataca las cosas de raíz y pone el foco en la toma del poder, construyendo una teoría pensada estrictamente en estos términos. Es así que, junto a algunos colaboradores y disponiendo de algunos recursos y contactos de Cuba y algunas guerrillas latinoamericanas que brindaron logística junto a varios Partidos Comunistas latinoamericanos, Guevara de la Serna terminó de construir el proyecto político que lo llevó a Bolivia, denominado “Plan continental” o más popularmente conocido como “Plan del Che”.

El plan fue pensado como una elaboración táctica y estratégica para el territorio americano, con el objetivo de llegar a un combate abierto contra el imperialismo norteamericano fortaleciendo los focos en distintos territorios y tomando el poder en otros, entendiendo que el socialismo es algo imposible de concebir en un sólo país y que requiere de un internacionalismo que se debe adoptar desde la propia estrategia, aunque luego puedan existir algunas particularidades en cada territorio. La estrategia para la toma del poder a nivel continental, debía ser la misma.

Ariel Collazo, uno de los principales seguidores de la revolución cubana, dirigente del histórico Movimiento Revolucionario Oriental (MRO) de Uruguay, e involucrado de cierta forma en este plan, desde su visión explica en qué consistía el proyecto de Guevara y el lugar que ocuparía Bolivia, de la siguiente forma: “Decide realizar la lucha contra el imperialismo en América Latina, primero hace una experiencia apoyando a los comunistas del Congo. Donde le fue muy mal. Otra vez en América Latina, idea un plan que ya llevaba mucho tiempo elaborando, que desde el punto de vista estratégico era muy bueno pero que, desde el punto de vista táctico, no se sostenía. Elige un lugar que fuera apto para que se pudiera instalar la guerrilla. No para actuar en ese país, sino más que nada para ir formando la fuerza, entrenando a la gente, preparando el grupo o los grupos, lo que se conoce como emplazamiento. Este lugar esta, además, en el centro del continente y desde el cual se podía irradiar hacia distintos lados y hacer una guerrilla continental. El plan consistía en instalar focos en los máximos lugares posibles y aprovechar los que ya había. Tratar de desarrollar un plan continental al máximo, en el momento en que EEUU estaba muy exigido por la guerra de Vietnam, desde el punto de vista estratégico era un buen momento…”

El periodista argentino Diego Stulwark también aporta interesantes datos sobre el plan al aseverar que: “el objetivo no era tomar el poder en Bolivia, sino que elige el territorio por la cantidad de fronteras que tiene con otros países del cono sur. El punto a favor con el que contaba el Che era la emergencia de guerrillas en casi toda América Latina, un clima de mucha simpatía hacia la lucha revolucionaria. El papel del Che era dinamizar todos esos procesos. Ahí está la idea de que la Sierra Maestra de América Latina va a ser los Andes. La idea es que batallones y columnas surgieran de todos los países […] y hacer un ejército común, como planteó Bolívar…”

Sin embargo, la historia que conocemos es otra, y la guerrilla en Bolivia fracasó de forma más o menos rotunda, y además, es asesinado su principal referente y comandante. ¿Por qué ocurrió esto? Las explicaciones han sido muchas y muy diversas, pero eso es harina… ¿De otro costal?

Che Guevara va viniendo, va llegando”

Según nos cuenta el historiador Carlos Soria, Guevara llegó a La Paz de forma clandestina con la ayuda del Partido Comunista uruguayo, bajo el nombre del funcionario oriental Adolfo Mena González. Arribó con el rostro cambiado y se alojó en el hotel Copacabana, desde donde se hizo un autorretrato sentado, mirándose al espejo, al estilo «selfie”, ¿Sin saber su destino más próximo?

Demasiadas razones se han esgrimido acerca de la peripecia, tal vez la más difundida es el escaso, o nulo, apoyo del Partido Comunista de Bolivia. Era enorme la contradicción que generaba la «aventura» del Che en el campo de los partidos comunistas, sobre todo la línea estratégica de la lucha armada, la expansión de revoluciones en el continente americano y la aparente oposición que se planteaba entre insurrección y lucha armada. 

Por otra parte, yendo a cuestiones más concretas, suele esgrimirse que la guerrilla en Bolivia no consiguió hacerse con la legitimidad y el apoyo de los campesinos, cuestión que la guerrilla Cubana había logrado con un éxito relativamente alto. También fueron varios los errores estrictamente militares del contingente y no lograron compensarse con algunos de los éxitos que tuvo la guerrilla, sobre todo en materia de emboscadas y posterior pertrechamiento. 

Tal vez el lugar elegido no fue el adecuado, pues la situación en Bolivia -que ya había atravesado la experiencia revolucionaria en 1952- era otra, y, por ejemplo, muchos campesinos en los que se buscó aliados ya tenían sus tierras para cosechar y no avizoraban un cambio más grande, ni aunque se enfrentaran a un dictador. Lo que quiero decir, es que en ese «cálculo lógico» del que hablaba el propio Che, el margen de errores era bastante grueso, después de todo, no hablamos de matemática.

Ante este panorama, las sucesivas desventuras de Guevara (de cuyo testimonio en primera persona hay registro en los diarios de Bolivia, ya que este combatiente tenía la costumbre de registrar casi todo lo qué hacía y leía) lo enfrentaron a un ejército regular que no era el mejor de América, pero que contó con ayuda de los Rangers como fuerza especial y la participación estelar de la CIA y el ejército estadounidense de forma indirecta. Al imperialismo yankee esa modalidad le resultó tan o más eficaz que la intervención directa, después de todo Estados Unidos estaba aprendiendo una buena lección en Vietnam. 

“Hasta donde se llegue”

Así como una vez los revolucionarios tomaron el cielo por asalto, y lo quemaron porque fue preciso, en aquel trágico octubre boliviano la complejidad del país andino tomó por asalto a los revolucionarios ensombreciendo el panorama. Ante esta situación, el Che y varios de sus combatientes mantuvieron firme su convicción de pelear hasta las últimas consecuencias, porque en una verdadera revolución se triunfa o se muere.

Este panorama más desolador, pero no ausente de convicción, se atestigua en parte del resumen de noviembre qué escribió Guevara dos semanas antes de su muerte: “La tarea más importante ahora es zafar y buscar zonas más propicias, luego los contactos (…) La moral del resto de la gente se ha mantenido bastante bien, y sólo me quedan dudas de Willy, que tal vez aproveche para tratar de escapar sólo si no se habla con él. Hablé largamente con Pablito; como todos está preocupado por la falta de contactos y estima que nuestra tarea fundamental es restablecerlos con la ciudad, pero se mostró muy firme y decidido «de Patria o Muerte» y hasta donde se llegue”.

Interpretar ese “hasta donde se llegue” como que todo terminaba en esa experiencia concreta, es otro error de cálculo. No hablamos de rescatar el mármol del Che para recordar sus hazañas pasadas, sino de intentar reivindicar su praxis política para permitirnos pensar en nuestra realidad y tiempo con la agudeza mental y crítica como lo hizo el Che Guevara en su momento. De esta experiencia se desprende mucho más que una derrota parcial, es una clase de historia política que quedará para siempre en la memoria revolucionaria. Porque como canta La Renga «La rabia no murió cuando mataron al perro» y como supo sentenciar Onetti sobre las pasiones políticas que la muerte del Guerrillero despertó: “Pero la porfía del Che, profetizamos, es inmortal. Trepando, desembarazándose de tanta literatura, lágrimas y sentimentalina arrojadas encima de su pecho asesinado, Che Guevara está hoy otra vez -y van tantas- de pie, repartiendo rostros y metralletas entre ansiosos, resueltos checitos nacidos de su muerte y resurrección. Atravesando palabras inútiles y diagnósticos torcidos. Che Guevara va viniendo, va llegando”.