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QUEMANDO MENTIRAS

“Ni siquiera los muertos estarán seguros si el enemigo vence. Y este enemigo no ha dejado de vencer” (Walter Benjamin)

-Por Leonardo Flamia-

Mayo, mes de la memoria, se asocia al recuerdo de miles de compañeros y compañeras que sufrieron tortura, desaparición y muerte, en un contexto de ascenso de masas del pasado reciente. Fue en 1996 que comenzaron las marchas del 20 de mayo, recordando los 20 años del asesinato de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw. Todo hace suponer que Barredo y Whitelaw, militantes del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros, fueron asesinados para involucrar a Michelini y Gutiérrez Ruiz con la guerrilla, y así de alguna forma “justificar” el asesinato. Michelini y Gutiérrez Ruiz eran parlamentarios uruguayos que permanecían exiliados en Buenos Aires realizando una dura campaña de denuncia contra la dictadura uruguaya. Eso los volvió particularmente peligrosos para el proceso dictatorial.Lo paradójico del hecho es que, no solo casi no se recuerda a Barredo y Whitelaw, sino que pareciera que se ha dado una justificación con signo contrario al interés de la dictadura. En vez de quedar asociados los parlamentarios a la guerrilla, el devenir de la historia ha hecho casi olvidar a los compañeros y las compañeras que se alzaron en armas contra el estado burgués. Hoy, si leemos las proclamas y las consignas que mayoritariamente se levantan en este “mes de la memoria”, pareciera que la totalidad de las personas desaparecidas eran parlamentarias, como Michelini y Gutiérrez Ruiz, o que defendían el parlamento. Nada más alejado de la verdad. Esta inversión de sentido no significa, sin embargo, que la dictadura haya sido derrotada, es exactamente al revés. Las dictaduras fueron instrumentos de la clase dominante, aliada al imperialismo norteamericano, para derrotar un ascenso popular que luchaba por superar la organización capitalista de la sociedad, o sea terminar con la explotación y la opresión. En un contexto que atravesaba a toda “Nuestra América” el horizonte socialista estaba a la vista, y el Uruguay no fue ajeno a esa experiencia. Las formas de organización variaron en cada país, pero en muchos casos el Estado burgués pareció estar en jaque. En ese momento la represión fue menos original y se desplegó más o menos de la misma forma en todo el continente. La coordinación represiva en el Cono Sur fue el Plan Cóndor. Con ella no solo se derrotó el ascenso de las luchas populares por un nuevo orden social, sino que a través de ésta se impuso un modelo que profundizó el orden social capitalista. Con Chile como “vanguardia”, las dictaduras latinoamericanas llegaron para imponer el modelo económico neoliberal pergeñado en la Universidad de Chicago. En ese aspecto las dictaduras fueron tan exitosas que, cuarenta años después, pareciera que hemos olvidado los levantamientos populares contra los Estados capitalistas de los años sesenta y setenta, a tal punto, que incluso quienes reivindican esas luchas populares dicen que fueron en “defensa de la democracia”. La derrota ideológica no podría ser mayor. Ahora resulta que quienes fueron ejecutados en la Toma de Pando, quienes ajusticiaron al entrenador de torturadores de la CIA, Dan Mitrione, quienes secuestraron al hambreador presidente de UTE Pereyra Reverbel o al empresario explotador Sergio Molaguero, quienes recorrieron el país de a pié para visibilizar el conflicto cañero o quienes se movilizaron y enfrentaron a la represión en las calles, lo hacían “en defensa de las instituciones”. “Decir la verdad ocultando el alma de los hechos”Hay muchas formas de mentir, decía un escritor maldito, pero la peor es decir la verdad ocultando el alma de los hechos. El horizonte socialista era el alma de muchas de las organizaciones que nombramos cuando recordamos a los desaparecidos y las desaparecidas de nuestro país. Ocultar eso es una forma canallesca de hacer memoria. Pero también es un signo de los tiempos. Como afirma Fredric Jameson, hoy en día parece más fácil imaginar el fin de la humanidad que el fin del capitalismo. Por eso es importante volver a recordar el horizonte socialista que motivó la lucha de las organizaciones revolucionarias. Si el enemigo vence en este terreno, nuestros compañeros y compañeras tendrán una segunda muerte.La derrota ideológica tiene complicidades, esto tampoco es novedoso. Como afirma Walter Benjamin en sus Tesis de filosofía de la historia: “El sujeto de conocimiento histórico es la propia clase en lucha, oprimida. En Marx se presenta como la última que ha sido avasallada, como la clase vengadora que lleva a término la tarea de liberación en nombre de generaciones de derrotados. Esta conciencia repugnó siempre a la socialdemocracia, que se complacía en atribuirle a la clase obrera el papel de redentora de generaciones futuras. Con ella le cercenaba el nervio de su mejor energía. En esa escuela la clase desaprendió tanto el odio como la disposición al sacrificio. Pues ambas se nutren de la imagen de los antepasados avasallados, no del ideal de los nietos liberados”.Por eso es necesario “cepillar la historia a contrapelo”, volver a conectar con el alma de nuestros compañeros y nuestras compañeras, recuperar el horizonte socialista y así poder volver a imaginar el fin del capitalismo. Dejar de lado la escuela socialdemócrata para reaprender “tanto el odio como la disposición al sacrificio”. Y parte de esa tarea es transitar por el mes de la memoria, como cantaba el gallego Manuel Capella, quemando mentiras: “Porque hay otra historia bajo la ceniza, Igual que una estrella que adentro ilumina, y el fuego sembrado será la semilla, que arderá mañana, quemando mentiras”.