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Sistemas de Poder

Análisis del docente y pedagogo canadiense Peter McLaren sobre las relaciones sociales capitalistas, la resistencia según Foucault, Marx y la filosofía Hegeliana  y la liberación como relación dialéctica para la construcción del socialismo como alternativa

-Por Peter McLaren-

Tomé algunas clases con Foucault cuando estaba haciendo mi doctorado. Él era un pensador brillante y disfrutaba discutir con él mientras podía hacerle de guía por mi ciudad natal, Toronto. Pero no encuentro que su enseñanza en poder y bio poder haya sido fundamental en mi pedagogía crítica. Encuentro que los trabajos de los teóricos de la escuela de Frankfurt y las obras de Marx han sido más significativos para mi propio proyecto pedagógico al desarrollar lo que llamo Pedagogía Crítica Revolucionaria. Algunos anarquistas, o posmodernos, continúan desechando al Marxismo por ser Eurocéntrico y reduccionista.

Por esto es importante para mí subrayar una teoría de la “interseccionalidad”, que revele o explique cómo clase, raza y género son en el capitalismo contemporáneo co-constitutivos de las relaciones sociales, están interrelacionados los unos con los otros y dependen los unos de los otros, por ende deben ser estudiados  y contextualizados en sus especificidades históricas. Por lo tanto, me gustaría aproximarme al racismo partiendo de que está dialécticamente entrelazado con la clase y el género. El trabajo de Marx puede ayudarnos también para pensar más allá de los límites del capitalismo y así poder proteger el planeta y los ecosistemas de la extinción.

Muchos en Estados Unidos desechan el calentamiento global como si fuera un engaño, subestiman el coronavirus como si fuera ficción y sostienen que es un montaje para poder destruir a su líder, Donald Trump, y muchos niegan que la vacuna sea segura desde un punto de vista científico o que otras medidas como usar máscaras durante la pandemia tenga sentido. Usualmente estos individuos se identifican como Republicanos. En la actualidad mucha gente que está experimentando dificultades económicas y precariedad en estos tiempos difíciles se inclinan a líderes autoritarios como Trump, Modi, Blosonaro y Oroban – que prometen estabilidad y seguridad.

Construimos nuestras sociedades de resistencia cuando nos volvemos practicantes de la dialéctica de la negatividad Hegeliana, reuniendo a trabajadores e intelectuales en la batalla para construir nuevas relaciones sociales.  Pero nosotros debemos movernos de la idea de la resistencia al poder, a la de hegemonía cultural, a la de capital, a la de estado de vigilancia. Kevin Anderson ha señalado que la noción de Foucault de poder como una relación social se queda corta. En primer lugar y más importante, minimiza los movimientos por la emancipación. Foucault sostiene que la resistencia nunca se encuentra en una posición exterior a las relaciones de poder. En otras palabras, las relaciones de poder se sostienen sobre muchos focos de resistencia.  En el trabajo de Foucault encuentras un círculo interminable de poder- resistencia- poder que funciona de tal manera que hace a la resistencia una característica constitutiva del poder. Estoy de acuerdo con Anderson en ese punto. Por lo tanto para Foucault no hay un solo foco de insurrección, no hay casos singulares de resistencia, porque todo se convierte para él en relaciones de poder. La resistencia es entonces parte fundamental del poder y termina tomando el lugar de las ideas tal como emancipación, liberación y la de una sociedad libre de alienación y explotación.

Como señala Anderson, el concepto Foucolteano de resistencia carece de la noción de emancipación. Solo existen nociones cambiantes de poder y resistencia, así como también micro resistencias. Foucault falla en distinguir la noción emancipadora, de la resistencia, de la reaccionaria. La resistencia debería desafiar al poder desde adentro.  La resistencia así entendida no permite un cambio a nivel de la totalidad del sistema, no permite una reestructuración de las relaciones sociales de producción, ni tampoco un cambio en las relaciones del capital. La resistencia, pensada en términos de Foucault, no está vinculada a una nueva visión de las relaciones humanas,  por lo tanto la pedagogía crítica deja de lado la idea de resistencia en estos términos y encuentra en la idea de Hegel de los universos concretos mayor utilidad, ya que se basan en fuerzas sociales reales capaces de realizar cambios fundamentales en el mundo. Aquí queremos resaltar la auto-movilización de las masas que pueden unirse para forjar un nuevo universo social que no se basa en la forma de valor propia del capitalismo (por ejemplo la ganancia).

El trabajo de Marx no es simplemente otro gran relato universal o totalitario en el cual todas las particularidades desaparecen en una teleología manejada por un crudo determinismo económico. Marx rechaza a la forma universal abstracta Kanteana y abraza la forma Hegeliana del concreto universal, apoyado en el concepto absoluto de negatividad. Él abraza la universalidad, las necesidades, las capacidades y las fuerzas productivas creadas a través del intercambio universal y la idea prefigurativa de que una sociedad que aún no es, está contenida dentro de la sociedad capitalista. Siempre existe algo positivo en lo negativo,  por lo tanto toda discusión sobre la resistencia debería estar ligada a un concepto más amplio de emancipación, así como también del tipo de sociedad que estamos luchando por construir. Hay mucho espacio en Marx para discutir la raza, la etnia, la cuestión indígena, el nacionalismo.

La importancia de la comunidad

“Necesitamos un movimiento de la justicia social transnacional, pero también necesitamos seguir siendo políticamente activos en nuestras propias comunidades.” (destacado)

Estados Unidos es un caos. Trump y sus minions aduladores, liberan una guerra contra los valores democráticos, las instituciones y las leyes, trayendo el despotismo a todos los rincones de la vida pública. Dado que la administración Trump le ha errado flagrantemente con su respuesta a la pandemia, existe una urgencia suprema en encontrar fuentes alternativas de ayuda para las comunidades agraviadas de la nación. Sin lugar a dudas, nuestra participación en las redes sociales se ha incrementado durante los períodos de cuarentena forzada y es hora de aprovechar esta participación. Este es un momento propicio para que las artes jueguen un rol mayor. Todo arte es una forma de tecnología y, cuando los guerreros de la justicia social las emplean de forma creativa, las redes sociales pueden ayudarnos a conectarnos con personas en ubicaciones geográficas distantes. Pero cuando lo hacemos usualmente hay un precio que pagar: el descuido a nuestras comunidades locales.

El alcance global de nuestras comunicaciones tiene sus propias ventajas y beneficios, pero muy a menudo somos succionados, como con una jeringa, de nuestros propios barrios y comunidades. Con las redes sociales nos encontramos diariamente con personas con las que podríamos ser muy compatibles pero que residen a miles de kilómetros de distancia, incluso en otros países. De mientras, no conocemos los miedos e intereses de nuestros vecinos que viven en la siguiente calle. Establecido esto, se vuelve imperioso encontrar nuevas e innovadoras formas de volverse políticamente activo en nuestras propias comunidades locales. Un ejemplo excelente es “Zero Hour” una coalición de jóvenes activistas climáticos que han utilizado una campaña dirigida en las redes que pueden incluir webinars, y la distribución de material educacional. También posteos en Youtube, Twitter, Instagram, Skype, Zoom, Tick- Tock, Facebook con hashtags y emails ofreciendo plataformas digitales para construir solidaridad y reciprocidad en medio de la neblina de esta pandemia.

Los activistas pueden crear huelgas digitales enfocadas en un único tema o acciones que engloben más de un tema. Greta Thunburg ha llevado su huelga climática online. Las protestas digitales entre los profesores de las escuelas públicas pueden evidenciar las relaciones entre las políticas educativas y el capitalismo neoliberal; los podcast pueden hacer posible disertar sobre el cambio climático así como también de la economía global o se puede vincular la pandemia actual con el cambio climático o educar al público acerca de la necesidad de una alternativa socialista al capitalismo.

Estas protestas digitales pueden ser más conceptual y afectivamente atractivas utilizando artefactos artísticos digitales multimedia que sirvan de una forma más democrática y pro-social a los proyectos basados en las comunidades. Las organizaciones artísticas pueden ayudar para reconstruir las comunidades, ofreciendo esperanza en tiempos difíciles.

Profesores de teatro, como Peter O’Connor de Nueva Zelanda, han trabajado en la creación de proyectos de teatro improvisado en prisiones, hospitales psiquiátricos y zonas de terremotos. Recientemente él trabajó con el Museo de Arte Contemporáneo (MOCA), el Departamento de Pobreza de Los Ángeles (LAPD), Skid Row Housing Trust, y otros logrando crear un espectáculo en solo una semana que ilustra cómo es Skid Row[1], un síntoma del problema más amplio de la codicia humana y las relaciones sociales capitalistas más amplias. Con una planificación y creatividad correctas, ese trabajo puede ser efectivamente transmitido online. Activistas con experiencia en el teatro participativo pueden utilizar su propio enfoque creativo como el Impro de Keith Jonstone´ o el teatro del oprimido de Augusto Boalś. Organizar experiencias dramatúrgicas a través de las tecnologías digitales puede motivar a los espectadores a reflejar sus propias luchas por ejemplo viviendo bajo la sombra del coronavirus. Esas actividades pueden servir como catalizadores para construir solidaridad anti capitalista local así como global. Estas nuevas herramientas digitales contra hegemónicas pueden ayudar a crear movimientos solidarios que sirvan para contrarrestar las narrativas conspirativas que están envenenado internet.

En la ciudad de Wuhan, China, donde comenzó el primer foco de la pandemia, un escritor local llamado Fang Fang escribió 60 publicaciones sobre la vida en la ciudad durante la pandemia. Sus entradas conectaron y le llegaron a muchísimas almas solitarias y agraviadas tanto en Wuhan como fuera de la ciudad. El diario de Fang Fang, que es controversialmente conocido en China, será publicado en ingles con el título de diario de Wuhan. De manera parecida, en Nueva York, un Asiático Americano llamado Lan Lan escribió publicaciones en chino sobre la pandemia en la zona de Nueva York. Esos diarios sirven como poderosas contra narrativas contestatarias para las teorías conspirativas y desmitifican la vida de la gente en dos países. Tristemente, Lan Lan fue atropellado por un auto y murió el pasado 27 de Marzo.

Movilizar la resistencia contra el Estado de vigilancia

Además, los activistas marxistas siguen trabajando en un análisis materialista histórico, debido a los numerosos  casos de execrables regímenes fascistas que en todo el mundo continúan fortaleciéndose bajo la cobertura de la gestión de poblaciones, con poderes de detención justificados en nombre de prevenir infecciones del mortal coronavirus. Una vez que hayamos pasado la histórica crisis mundial traída por el coronavirus, necesitamos movilizar la resistencia contra el Estado de vigilancia y los esfuerzos para normalizar las prácticas antisindicales de las megas corporaciones como Amazon y Walmart.

En primer lugar, necesitamos una discusión pública que nos ayude a calibrar el equilibrio que creemos que es necesario lograr entre la vigilancia, el control estatal y los derechos individuales. Un equilibrio que no será el toque de muerte de la democracia. Siguiendo los pasos de Paulo Freire, la pedagogía crítica ofrece a los estudiantes varios lenguajes de crítica y posibilidad a través de los cuales pueden comprender de una manera más matizada y pormenorizada la relación entre su subjetividad individual y la sociedad en general. Dicho de otro modo, estos lenguajes o discursos potencialmente servirán como formas dialécticas con las cuales los estudiantes podrán “leer el mundo” en vez de “leer palabras” (reading the world against the act of reading the word). Con esto quiero decir leer las experiencias propias, cómo esas experiencias están reflejadas o se distancian de las teorías críticas, como las teorías feministas, las teorías que tienen que ver con el género, la raza y la política económica, las teorías que ofrecen marcos explicativos que permiten a los estudiantes entender sus propias experiencias.

La idea es crear condiciones de consciencia crítica o de auto reflexión crítica entre los estudiantes. Es necesario ayudar a los estudiantes a comprender cómo varias ideologías impulsan la vida social, ayudar a los estudiantes a discernir cómo los sistemas inteligibles o los sistemas de mediación dentro de la sociedad en general (la naturaleza, el sistema económico, el Estado, el sistema social, el sistema cultural, la jurisprudencia, las escuelas, religión, etc.) son constitutivos del yo.

Liberación, una relación dialéctica

Entonces cuando hablamos sobre liberación, nos estamos refiriendo al mismo tiempo a nuestra transformación y a la transformación social, es entonces, una relación dialéctica. Necesitamos dejar de referirnos a las relaciones individuales y las sociales como si fueran categorías distantes y excluyentes la una de la otra.  No son términos que se encuentren fundidos como acero, sino que se mezclan entre sí. De nuevo, es una relación dialéctica. Es en este punto donde llegamos a la noción de praxis, la unión de teoría y práctica. Por supuesto, demostramos que la praxis comienza con la actuación personal en y sobre el mundo. Comenzamos, en otras palabras, con la práctica y luego dialogamos y reflexionamos con otros sobre nuestra práctica. Esta reflexión sobre nuestra práctica luego sirve para la práctica posterior, y llamamos a este proceso o modo de aprendizaje praxis, o comportamiento auto-reflexivo, esto es explorar con otros la relevancia de las ideas filosóficas para sortear las grietas de la vida cotidiana y vislumbrar la necesidad de trascenderlas.

Sin embargo, es importante recordar que ser conscientemente crítico no es un requisito para ser activista de la justicia social, pero la conciencia crítica es el resultado de actuar de manera justa. Actuamos en y sobre el mundo y luego lo reflejamos en nuestras acciones en un intento de lograr un cambio más profundo y crítico en la sociedad. Nosotros hacemos la sociedad al mismo tiempo que la sociedad nos hace a nosotros. Lo que tiene prioridad en todo esto es la ética: el propósito de crear una sociedad más justa sin sufrimiento innecesario. Los teólogos de la liberación se refieren a esto como una opción con preferencias para los pobres y los oprimidos. Lo llevo un poco más allá y lo llamo una obligación para los pobres y aquellos que sufren. En definitiva, la Pedagogía Crítica intenta cambiar la hegemonía ideológica del neoliberalismo capitalista.

No hay una secta secreta sentada en los sótanos húmedos del Estado que obligue a la sociedad a participar en la autocensura. No se necesitan los aspectos esotéricos y arcanos de una misa de Pascua en una catedral gótica para permitir que los civiles se autocensuren. No existe un plan maestro en los Estados Unidos para un Estado fascista que requeriría batallones penales en los que colocar a quienes eligen la ignorancia deliberada sobre el discernimiento crítico. Como lo ha explicado Chomsky, tenemos los medios de comunicación a nuestra disposición para crear nuestro consentimiento a los dictados del Estado de vigilancia.

El capitalismo ha facilitado la adaptación a los progresistas. La apariencia de sus posiciones políticas puede fácilmente confundirse con la esencia de una alternativa socialista viable al capitalismo. Pero el progresismo liberal no es socialismo. De hecho, la mayoría de los demócratas liberales se mantienen alejados de la idea del socialismo. No dudan en aceptar el capitalismo como algo inevitable, como algo grabado en las runas de la civilización, mientras que al mismo tiempo desean hacer el capitalismo más «humano» mediante la redistribución de la riqueza del capital al trabajo. El capitalismo no ha desatado repentinamente una guerra relámpago en un mundo desprevenido, sino que lo ha logrado a través de la lógica del desgaste, de la fría inevitabilidad de ‘no hay alternativa’, y afortunadamente esos guerreros de la justicia social que se han mantenido firmes contra la cegadora indiferencia a la igualdad, los derechos civiles y la dignidad humana, están todavía con nosotros en el trabajo que realizan grupos como Black Lives Matter y Idle No More. Depende de nosotros cambiar esto.

El socialismo tiene sentido para nosotros, ante todo, como resultado de la inviabilidad del capitalismo. Pero las masas populares deben creer que el socialismo puede convertirse en una alternativa viable al capitalismo. Eso requiere educación y diálogo para convertirnos en sujetos vivos de la praxis revolucionaria, que ocurre cuando luchamos contra el racismo, el sexismo, la explotación de clases y la destrucción del medio ambiente. Debemos continuar soñando de manera utópica, forjando nuestra conciencia revolucionaria mientras luchamos contra formas de opresión en un mundo blanco dominado por hombres. ¿Cómo hacemos posible en el futuro lo que hoy parece imposible? Marta Harnecker sostiene que lo necesario para responder a esta pregunta es un “que el pueblo adquiera protagonismo”, así como potencialidad para desarrollar las capacidades de la clase trabajadora. Ganamos conciencia crítica al participar en nuestras luchas contra el racismo y el patriarcado, y estas nuevas capacidades que ganamos a través de la lucha se trasladan a diferentes luchas. Construimos esta capacidad a través de nuestras luchas y exploramos esas experiencias y desarrollamos nuestra comprensión a través de la Pedagogía Crítica.

Recuadro:

Peter McLaren es un docente Canadiense,  conocido mundialmente por su papel de intelectual dedicado a estudiar pedagogía y problemas relacionados al ámbito educativo. Tiene diversos títulos: un master y doctorado en educación y varios títulos honoris causa en universidades latinoamericanas.  Su obra se destaca por proponer una crítica demoledora del capitalismo desde la educación y por decir lisa y llanamente que hace falta una transformación revolucionaria de la sociedad.

Trabajó en Estados Unidos con intelectuales de la talla de Henry Giroux y desarrolla desde entonces una corriente pedagógica llamada “Pedagogía Crítica Revolucionaria”. Actualmente trabaja en Estados Unidos pero también trabajó en diversos lugares, como por ejemplo en Venezuela durante la época de Chávez, en Argentina y hasta dio conferencias en China. Lo más llamativo de su trabajo es que más allá de que “llegue” a todos lados por su visión de la educación, su pensamiento político revolucionario tiene una claridad y cohesión brutal que al compararlo con otros intelectuales queda claramente parado en un lugar completamente distinto.  

Aprovechamos para agradecer su generosidad al compartir su pensamiento con nuestra publicación y aclaramos que cualquier error sea probablemente por nuestra traducción. Quien lo solicite le haremos llegar el original en inglés.


[1] Nota del traductor: Skid Row es un barrio en Los Ángeles, Estados Unidos, que debido a la especulación se ha convertido en sinónimo de pobreza y gente sin hogar.